Has notado cuando las cosas cambian, porque las deseas desde el fondo de tu ser… a todos nos ha pasado alguna vez. Cuando ya no aceptas las circunstancias, cuando dejas de ser conformista y te vuelves un cretino, obstinado, luchador y tozudo por querer lo que sientes que es tuyo…
Cuando vives en una ciudad que esta 24/7 en movimiento, que no descansa, te tira a ser parte de ella, es como si te obligara a sucumbir bajo su propio estrés. Días como hoy, cuando me siento a escribir y a detenerme, escuchando música, tecleo como si me quemara una sensación de que si no lo hiciera así (hasta el cigarro se me consume más rápido, a la velocidad de esta ciudad) me quedo atrás y no logro avanzar hasta solo un par de líneas más.
Es ahí, cuando digo ¡ALTO! Y me voy a mi propia ciudad, habituada entre mi mente, pensamientos y mi ser. Es una trampa peligrosa, porque en cualquier minuto puedes perderte de la realidad, sin embargo, estoy habituada a esto, cambiar de piel como una serpiente, a mutar como un camaleón, no creo en los absolutos, ni tampoco en los límites. Estos son solo auto impuestos por nuestro propio ser. Por la misma razón, me sirve ser auto inmune a mis propios pensamientos, fluctuantes de una mente abierta sin condicionamientos ni necesidades.
Entiendes que algo está cambiando, cuando vives sin carencias ni ideas que te atrapen en situaciones que en realidad son solo parte de tu imaginación. Querer es poder, dicen, pero cuando agregas el pensamiento y sentimiento, para el universo le es más fácil entregarte lo que anhelas. Lo hará siempre y cuando no sea una falta de algo o para algo. Todo somos merecemos ser felices, exitosos y dichosos, es solo cuestión de estar en armonía entre los que piensas, sientes y dices. De otra manera, las cosas llegan a medias y se vuelven un lío más que resolver…
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